En el capítulo anterior...
- Es muy
importante que sigáis bien lo que os he indicado antes, nada de inclinarse
hacia delante, debéis permanecer con la espalda en la pared hasta que la
atracción pare. Lo que sí que podéis es no agarraros a las barras de los
costados, allá vosotros. Los cinturones, la verdad es que no hacen mucho, pero
en realidad son innecesarios. Bueno, creo que no me dejo nada.- El chico
se dirigió a la puerta por donde habíamos entrado- ah sí, ¿hay alguien que
lleve zapatos sueltos? Si es así, sacároslos y dejadlos aquí fuera- salió
por el agujero seguido de Zayn, Niall, Sam y Jack, el resto llevábamos converse
o zapatos bien atados.
Aunque no fue
hasta que la atracción se puso en marcha cuando todos estuvieron en sus sitios
con el cinturón atado que entendí el problema que tenían los zapatos.
La atracción
empezó a girar sobre si misma haciendo que quedáramos pegados a la pared, solté
las manos retando a Fran que se encontraba justo al otro lado del cilindro.
Sentí como la placa amarilla de mi espalda se movía levantándome a medio metro
del suelo.
Y de repente,
cuando la atracción alcanzó su máxima velocidad, el suelo se partió en dos y se
abrió hacia abajo dejándonos ver a unos diez metros una piscina con lo que
parecían cocodrilos.
Al ver que todos
se habían soltado, incluso Irene también lo había hecho, me solté yo también y
aproveché para apartarme uno de mis rulos rubios que se había puesto en mi cara.
Pero justo en ese
momento, el suelo se abrió dejándonos ver metros más abajo una piscina con
cocodrilos. Miré al resto y vi como todos nos agarrábamos de golpe a nuestras
respectivas barras mientras hacíamos fuerza hacia atrás para zafarnos más a la
atracción por si a esa velocidad y con esa fuerza que nos tiraba hacia atrás no
era suficiente.
Miré hacia abajo
y vi mis pies flotando en el aire, pero más abajo, la boca abierta de un
cocodrilo hizo que más que un sueño como el tipo de sueño en el que estás
volando, eso se convirtiera en una pesadilla.
Poco a poco vimos
como las compuertas del suelo volvían a su posición inicial. Las tablas que se
sujetaban a nuestra espalda descendieron lentamente hasta que tocamos el suelo
y poco a poco la atracción fue perdiendo velocidad hasta que paró.
Las caras de
susto de algunos no se les quitaba. El chico apareció por la puerta y nos
indicó que ya podíamos desabrocharnos los cinturones. Que sinceramente no
servían de nada, porque si te escurrías, caías igual. Salimos de ahí, yo con
cierta rapidez con miedo de que la trampilla volviera a abrirse.
Los chicos
cogieron sus zapatos y recorrimos el pasillo anterior para salir de ahí
dentro.
- ¿Os ha gustado?-
nos preguntó el chico.
- Sin duda, es
emocionante- respondió Sam.
- Yo he pensado
que iba a morir- dijo Zayn- entre la altura y la piscina…
- Ostras, ¿pero
estás bien?- le preguntó Irene- ya nos podríais haber avisado de eso- se quejó
al chico
- ¿Que gracia
tendría la atracción si explicáramos a la gente lo que sucederá?
- ¿Pero no es
peligroso?- preguntó Louis.
- No, las placas
que teníais a vuestra espalda tienen un coeficiente de fricción muy elevado, si
a eso le añades la comúnmente llamada, fuerza centrífuga, no hay ningún peligro
aparte de que se te caiga un zapato.
- ¿Y cómo podéis
aseguraros de que nadie se echa hacia delante, se separa de la pared y cae al
agua con los cocodrilos?- pregunté recordando sus claras indicaciones del
principio.
- Principalmente
porque a esa velocidad es casi imposible separarse de la pared. En ese caso, la
gente suele estar agarrada a las barras. Si no fuera suficiente, los cinturones
de seguridad, os engancharían por los brazos. Y si siguiera cayendo, los
cocodrilos son hologramas.
- A mi me sigue
pareciendo peligroso- dijo Irene- si caes mal puedes hacerte daño, lo digo por
experiencia.
- Si el sensor de
las placas detecta que alguien cae, se lanza una red a los cinco metros que
cubre todo el agujero. Está todo muy perfeccionado, es cien por cien segura, de
otro modo, no nos hubieran permitido montarla.
Después de eso
nos quedamos más tranquilos. Nos despedimos del chico y como era ya tarde
volvimos a cruzar el parque hasta la entrada.
Íbamos charlando
yo y Louis al final del grupo cuando alguien tocó mi hombro. Volteé pensando
que era una de las bromas de Louis, pero tras de mí me encontré al mismo Freddy
Krueger de la atracción.
- Aaaaah- grité
asustada mientras me abrazaba a Louis.
- Hola de nuevo
preciosa- dijo él sin acercarse a nosotros que habíamos retrocedido unos pasos
sin sacarle la visa de encima.
¡Espera! Me dije a
mi misma. Esa camiseta de rayas verdes y rojas, esa voz… esas palabras
groseras…
- ¿Tu eres el
pesado ese de antes?- le grité separándome de Louis.
- El mismo, veo
que me has reconocido- acto seguido sacó un pliegue de debajo del cuello de la
camiseta de rayas y se sacó la máscara que llevaba y le cubría toda la cabeza-
te dije que las cosas no acabarían como antes. Por eso he ido a por ti.
- Ah gracias, muy
amable por tu parte la venganza.
- ¿Sabes que la
venganza no es buena?- dijo Louis que no comprendía nada.
- Solo quería
despedirme de la señorita, me ha hecho el día más entretenido. Gracias.
- Mmmmm, ¿de
nada?- no sabía que responder, eso definitivamente no era normal.
Finalmente fuimos
hasta casa y nos despedimos todos acordando que eso se tendría que repetir
algún día. Lo habíamos pasado genial, sin duda, hacía tiempo que no me divertía
tanto con alguien.
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- Fran me voy a
dormir estoy súper cansada de hoy.
- ¿Que has hecho
cuando estabais Niall, Zayn y tú los tres solos, eh pillina?
- ¿De verdad que
quieres saberlo?- le respondí siguiéndole el juego.
- Claro que sí,
me preocupo por tu seguridad, no quiero ser tío todavía.
- Que bestia eres
por dios. Pues no puedo decírtelo, es contenido no apto para menores.
- Emm… Irene… no
es que te quiera llevar la contraria ni nada… pero tengo dieciocho años.- hizo
una pausa a la vez que su cara se torcía en una mueca de tristeza y me empezaba
a gritar- ¡Lo ves, no me quieres, ni siquiera sabes cuantos años tengo, no me
quieres, eres una mentirosa! ¡Te odio!
- Oh, venga ya,
si sabes que te quiero mucho- le respondí mientras le aplastaba en un abrazo-
si sabes que eres mi hermano favorito.
- ¿Será porque
soy el único que tienes?
- Puede… puede…-
y los dos nos empezamos a reír.
Y así nos
encontraron nuestros padres llegando del trabajo. Se nos quedaron mirando
extrañamente, como si algo raro sucediera. Y la verdad es que lo era. Llegar de
trabajar y encontrarte a tus dos hijos que normalmente se pasan el día
discutiendo, y ahora te los encuentras abrazados y riendo, definitivamente, no
era normal.
- Chicos, mañana
iremos a mirar lo de los uniformes- nos informó nuestra madre- así que no
hagáis planes por la mañana.
Y efectivamente,
a las nueve de la mañana mi madre nos estaba llamando a mí y mi hermano para
que nos despertáramos y fuéramos a desayunar. Se había pedido la mañana libre
para poder ir con nosotros, como si no fuéramos mayorcitos. Pero si le hacía
ilusión no podíamos discutírselo.
A las diez
salíamos de casa a buscar el "Underground" me reí sola de mis
pensamientos, eso sonaba muy sofisticado. Mi madre y mi hermano me miraron de
una forma extraña pero no les presté atención.
Llegamos al fin a
la tienda de la dirección después de preguntar un par de veces. Al entrar casi
me pongo a reír de nuevo, parecía como la tienda de Madame Malkin, ojalá me
apareciera por la puerta un Harry Potter, o un Ron Weasley, y para mi desgracia
no pude evitar la risa, justo en el momento en que una mujer mayor aparecía
detrás del mostrador.
- ¡Irene! por
favor compórtate, ¿se puede saber qué te pasa hoy?
- Lo siento mamá.
- Buenos días-
habló la señora- ¿qué es lo que deseaban?
Mi madre se puso
a relatar la historia de que nos habíamos trasladado, que empezábamos a medio
curso y que necesitábamos los uniformes para la escuela. Después la señora se
llevó a mi hermano hacia un pequeño vestuario y fue a la trastienda. Volvió
minutos después con dos uniformes de color azul oscuro, uno de chica y el otro
para Fran. Le tendió a Fran el suyo para que se lo probara y a mí me cogió del
brazo con una fría mano y me llevó a la trastienda cerrando la puerta a su
paso.
- Bien,
señorita...
- Sánchez. Irene Sánchez.
- Pruébate
primero la falda porque contigo no tenía claras las tallas. - ese comentario no
supe si tomármelo a bien o a mal, ¿me estaba llamando gorda? Con una sonrisa en
la cara cogí la falda que me tendía y me quedé esperando a que se marchara,
pero la mujer seguía ahí.
- Venga bonita,
que no tenemos todo el día- dijo dándome a entender que me tendría que vestir
delante de ella.
Desabroché el
botón de mis tejanos y los sustituí por esa falda lisa de color azul marino por
un poco más arriba de las rodillas, con unos pliegues. Para finalizar, abroché
los botones del costado. La mujer mientras tanto había ido a buscar una camisa
de manga larga blanca con el símbolo de la escuela que ya había visto con
anterioridad. Me la puse dejando mi camiseta y los pantalones en una
silla.
Abroché los
últimos botones de la camisa mientras la mujer me tendía una chaqueta del mismo
color que la falda, lisa igual. Me puse la chaqueta cuando la mujer me llamó la
atención.
- ¡No! La camisa
va por dentro de la falda- exclamó colocándomelo ella sin ningún tipo de
problema por el hecho de que casi me desnuda de nuevo- Así perfecto. Ahora solo
falta la corbata, las medias y los zapatos. ¿Qué numero calzas, hermosa?
¿Treinta y seis?
- Treinta y ocho-
respondí con cierto rubor en las mejillas.
Me tendió un par
de medias que llegaban hasta poco a bajo de mis rodillas, me calcé los zapatos
negros que se ajustaron a la perfección a mis pies y me dispuse a ponerme la
corbata. Mierda, sabía hacer el nudo de la corbata, pero no a mí misma.
- Mejor déjalo,
ya aprenderás- me dijo la señora terminando ella el nudo- abre los brazos- le
hice caso- perfecto, da la vuelta lentamente. ¡Divina!- exclamó- como
siempre, acierto con las tallas de cualquiera. Son muchos años en esto
jovencita.
Cuando salí
fuera, mi madre estaba acabando de mirar cómo le sentaba el uniforme a mi
hermano. Una chaqueta y unos pantalones largos y lisos del mismo color que mi
falda, la corbata a conjunto y la camisa blanca con el escudo.
- Me he olvidado
tus zapatos tesoro- se lamentó la mujer al ver a mi hermano descalzo- ¿Cuarenta
y dos?
- Si, por
favor.
- Disculpe- dijo
mi madre llamando la atención de la señora- podría traerle una talla más de la
chaqueta. Me parece que le queda un poco justa, y la camisa igual.
- En mi opinión
eso está bien, pero si usted quiere, ahora se lo busco para que se lo pruebe.
Un cuarto de hora
más tarde salíamos con un montón de bosas con los uniformes para invierno,
verano, que consistían en lo mismo que invierno pero con la camisa de manga
corta y con el chándal de deporte, todo a conjunto y de los mismos colores,
azul marino y blanco. I como no, no podía faltarles el símbolo de la escuela
Y al fin llegó el
día en que tuve que estrenar el uniforme, en parte me hacía ilusión, siempre
había querido llevar uniforme como en las pelis, pero por otra parte, eso
quería decir que empezaba las clases en la universidad y que tendría que
aprender a ubicarme por ahí dentro, y que no conocería a nadie para que me guiara,
en general, no conocería a nadie, y eso era lo que más me asustaba en ese
momento.
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Espero que os haya gustado el capitulo, casi no lo subo porque voy con prisas y me iba fuera el finde, pero si no lo hacia la gente me mataba así que aquí lo tenéis :)
Hoy no voy a comentar mucho porque sigo en estado de shock después de ver a los chicos ayer... jahvfjhdb vfdhjsjfhdggt
ResponderEliminarEl capítulo una vez más genial, espero que subas pronto el siguiente.
Un beso <3