viernes, 24 de mayo de 2013

Capítulo 10

En el capítulo anterior...

- Es muy importante que sigáis bien lo que os he indicado antes, nada de inclinarse hacia delante, debéis permanecer con la espalda en la pared hasta que la atracción pare. Lo que sí que podéis es no agarraros a las barras de los costados, allá vosotros. Los cinturones, la verdad es que no hacen mucho, pero en realidad son innecesarios. Bueno, creo que no me dejo nada.- El chico se dirigió a la puerta por donde habíamos entrado- ah sí, ¿hay alguien que lleve zapatos sueltos? Si es así, sacároslos  y dejadlos aquí fuera- salió por el agujero seguido de Zayn, Niall, Sam y Jack, el resto llevábamos converse o zapatos bien atados.
Aunque no fue hasta que la atracción se puso en marcha cuando todos estuvieron en sus sitios con el cinturón atado que entendí el problema que tenían los zapatos. 
La atracción empezó a girar sobre si misma haciendo que quedáramos pegados a la pared, solté las manos retando a Fran que se encontraba justo al otro lado del cilindro. Sentí como la placa amarilla de mi espalda se movía levantándome a medio metro del suelo. 
Y de repente, cuando la atracción alcanzó su máxima velocidad, el suelo se partió en dos y se abrió hacia abajo dejándonos ver a unos diez metros una piscina con lo que parecían cocodrilos. 




Al ver que todos se habían soltado, incluso Irene también lo había hecho, me solté yo también y aproveché para apartarme uno de mis rulos rubios que se había puesto en mi cara. 

Pero justo en ese momento, el suelo se abrió dejándonos ver metros más abajo una piscina con cocodrilos. Miré al resto y vi como todos nos agarrábamos de golpe a nuestras respectivas barras mientras hacíamos fuerza hacia atrás para zafarnos más a la atracción por si a esa velocidad y con esa fuerza que nos tiraba hacia atrás no era suficiente. 
Miré hacia abajo y vi mis pies flotando en el aire, pero más abajo, la boca abierta de un cocodrilo hizo que más que un sueño como el tipo de sueño en el que estás volando, eso se convirtiera en una pesadilla.
Poco a poco vimos como las compuertas del suelo volvían a su posición inicial. Las tablas que se sujetaban a nuestra espalda descendieron lentamente hasta que tocamos el suelo y poco a poco la atracción fue perdiendo velocidad hasta que paró.
Las caras de susto de algunos no se les quitaba. El chico apareció por la puerta y nos indicó que ya podíamos desabrocharnos los cinturones. Que sinceramente no servían de nada, porque si te escurrías, caías igual. Salimos de ahí, yo con cierta rapidez con miedo de que la trampilla volviera a abrirse. 
Los chicos cogieron sus zapatos y recorrimos el pasillo anterior para salir de ahí dentro. 
- ¿Os ha gustado?- nos preguntó el chico. 
- Sin duda, es emocionante- respondió Sam. 
- Yo he pensado que iba a morir- dijo Zayn- entre la altura y la piscina… 
- Ostras, ¿pero estás bien?- le preguntó Irene- ya nos podríais haber avisado de eso- se quejó al chico
- ¿Que gracia tendría la atracción si explicáramos a la gente lo que sucederá?
- ¿Pero no es peligroso?- preguntó Louis. 
- No, las placas que teníais a vuestra espalda tienen un coeficiente de fricción muy elevado, si a eso le añades la comúnmente llamada, fuerza centrífuga, no hay ningún peligro aparte de que se te caiga un zapato. 
- ¿Y cómo podéis aseguraros de que nadie se echa hacia delante, se separa de la pared y cae al agua con los cocodrilos?- pregunté recordando sus claras indicaciones del principio.
- Principalmente porque a esa velocidad es casi imposible separarse de la pared. En ese caso, la gente suele estar agarrada a las barras. Si no fuera suficiente, los cinturones de seguridad, os engancharían por los brazos. Y si siguiera cayendo, los cocodrilos son hologramas. 
- A mi me sigue pareciendo peligroso- dijo Irene- si caes mal puedes hacerte daño, lo digo por experiencia.
- Si el sensor de las placas detecta que alguien cae, se lanza una red a los cinco metros que cubre todo el agujero. Está todo muy perfeccionado, es cien por cien segura, de otro modo, no nos hubieran permitido montarla.

Después de eso nos quedamos más tranquilos. Nos despedimos del chico y como era ya tarde volvimos a cruzar el parque hasta la entrada.

Íbamos charlando yo y Louis al final del grupo cuando alguien tocó mi hombro. Volteé pensando que era una de las bromas de Louis, pero tras de mí me encontré al mismo Freddy Krueger de la atracción.
- Aaaaah- grité asustada mientras me abrazaba a Louis.
- Hola de nuevo preciosa- dijo él sin acercarse a nosotros que habíamos retrocedido unos pasos sin sacarle la visa de encima.
¡Espera! Me dije a mi misma. Esa camiseta de rayas verdes y rojas, esa voz… esas palabras groseras…
- ¿Tu eres el pesado ese de antes?- le grité separándome de Louis.
- El mismo, veo que me has reconocido- acto seguido sacó un pliegue de debajo del cuello de la camiseta de rayas y se sacó la máscara que llevaba y le cubría toda la cabeza- te dije que las cosas no acabarían como antes. Por eso he ido a por ti.
- Ah gracias, muy amable por tu parte la venganza.
- ¿Sabes que la venganza no es buena?- dijo Louis que no comprendía nada.
- Solo quería despedirme de la señorita, me ha hecho el día más entretenido. Gracias.
- Mmmmm, ¿de nada?- no sabía que responder, eso definitivamente no era normal.

Finalmente fuimos hasta casa y nos despedimos todos acordando que eso se tendría que repetir algún día. Lo habíamos pasado genial, sin duda, hacía tiempo que no me divertía tanto con alguien.

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- Fran me voy a dormir estoy súper cansada de hoy.
- ¿Que has hecho cuando estabais Niall, Zayn y tú los tres solos, eh pillina?
- ¿De verdad que quieres saberlo?- le respondí siguiéndole el juego.
- Claro que sí, me preocupo por tu seguridad, no quiero ser tío todavía.
- Que bestia eres por dios. Pues no puedo decírtelo, es contenido no apto para menores.
- Emm… Irene… no es que te quiera llevar la contraria ni nada… pero tengo dieciocho años.- hizo una pausa a la vez que su cara se torcía en una mueca de tristeza y me empezaba a gritar- ¡Lo ves, no me quieres, ni siquiera sabes cuantos años tengo, no me quieres, eres una mentirosa! ¡Te odio!
- Oh, venga ya, si sabes que te quiero mucho- le respondí mientras le aplastaba en un abrazo- si sabes que eres mi hermano favorito.
- ¿Será porque soy el único que tienes?
- Puede… puede…- y los dos nos empezamos a reír.
Y así nos encontraron nuestros padres llegando del trabajo. Se nos quedaron mirando extrañamente, como si algo raro sucediera. Y la verdad es que lo era. Llegar de trabajar y encontrarte a tus dos hijos que normalmente se pasan el día discutiendo, y ahora te los encuentras abrazados y riendo, definitivamente, no era normal.
- Chicos, mañana iremos a mirar lo de los uniformes- nos informó nuestra madre- así que no hagáis planes por la mañana. 

Y efectivamente, a las nueve de la mañana mi madre nos estaba llamando a mí y mi hermano para que nos despertáramos y fuéramos a desayunar. Se había pedido la mañana libre para poder ir con nosotros, como si no fuéramos mayorcitos. Pero si le hacía ilusión no podíamos discutírselo. 
A las diez salíamos de casa a buscar el "Underground" me reí sola de mis pensamientos, eso sonaba muy sofisticado. Mi madre y mi hermano me miraron de una forma extraña pero no les presté atención. 
Llegamos al fin a la tienda de la dirección después de preguntar un par de veces. Al entrar casi me pongo a reír de nuevo, parecía como la tienda de Madame Malkin, ojalá me apareciera por la puerta un Harry Potter, o un Ron Weasley, y para mi desgracia no pude evitar la risa, justo en el momento en que una mujer mayor aparecía detrás del mostrador. 
- ¡Irene! por favor compórtate, ¿se puede saber qué te pasa hoy?
- Lo siento mamá.
- Buenos días- habló la señora- ¿qué es lo que deseaban?
Mi madre se puso a relatar la historia de que nos habíamos trasladado, que empezábamos a medio curso y que necesitábamos los uniformes para la escuela. Después la señora se llevó a mi hermano hacia un pequeño vestuario y fue a la trastienda. Volvió minutos después con dos uniformes de color azul oscuro, uno de chica y el otro para Fran. Le tendió a Fran el suyo para que se lo probara y a mí me cogió del brazo con una fría mano y me llevó a la trastienda cerrando la puerta a su paso. 
- Bien, señorita...
- Sánchez. Irene Sánchez. 
- Pruébate primero la falda porque contigo no tenía claras las tallas. - ese comentario no supe si tomármelo a bien o a mal, ¿me estaba llamando gorda? Con una sonrisa en la cara cogí la falda que me tendía y me quedé esperando a que se marchara, pero la mujer seguía ahí. 
- Venga bonita, que no tenemos todo el día- dijo dándome a entender que me tendría que vestir delante de ella. 
Desabroché el botón de mis tejanos y los sustituí por esa falda lisa de color azul marino por un poco más arriba de las rodillas, con unos pliegues. Para finalizar, abroché los botones del costado. La mujer mientras tanto había ido a buscar una camisa de manga larga blanca con el símbolo de la escuela que ya había visto con anterioridad. Me la puse dejando mi camiseta y los pantalones en una silla. 
Abroché los últimos botones de la camisa mientras la mujer me tendía una chaqueta del mismo color que la falda, lisa igual. Me puse la chaqueta cuando la mujer me llamó la atención. 
- ¡No! La camisa va por dentro de la falda- exclamó colocándomelo ella sin ningún tipo de problema por el hecho de que casi me desnuda de nuevo- Así perfecto. Ahora solo falta la corbata, las medias y los zapatos. ¿Qué numero calzas, hermosa? ¿Treinta y seis?
- Treinta y ocho- respondí con cierto rubor en las mejillas. 
Me tendió un par de medias que llegaban hasta poco a bajo de mis rodillas, me calcé los zapatos negros que se ajustaron a la perfección a mis pies y me dispuse a ponerme la corbata. Mierda, sabía hacer el nudo de la corbata, pero no a mí misma. 
- Mejor déjalo, ya aprenderás- me dijo la señora terminando ella el nudo- abre los brazos- le hice caso- perfecto, da la vuelta lentamente. ¡Divina!- exclamó- como siempre, acierto con las tallas de cualquiera. Son muchos años en esto jovencita. 
Cuando salí fuera, mi madre estaba acabando de mirar cómo le sentaba el uniforme a mi hermano. Una chaqueta y unos pantalones largos y lisos del mismo color que mi falda, la corbata a conjunto y la camisa blanca con el escudo. 
- Me he olvidado tus zapatos tesoro- se lamentó la mujer al ver a mi hermano descalzo- ¿Cuarenta y dos?
- Si, por favor. 
- Disculpe- dijo mi madre llamando la atención de la señora- podría traerle una talla más de la chaqueta. Me parece que le queda un poco justa, y la camisa igual. 
- En mi opinión eso está bien, pero si usted quiere, ahora se lo busco para que se lo pruebe.

Un cuarto de hora más tarde salíamos con un montón de bosas con los uniformes para invierno, verano, que consistían en lo mismo que invierno pero con la camisa de manga corta y con el chándal de deporte, todo a conjunto y de los mismos colores, azul marino y blanco. I como no, no podía faltarles el símbolo de la escuela



Y al fin llegó el día en que tuve que estrenar el uniforme, en parte me hacía ilusión, siempre había querido llevar uniforme como en las pelis, pero por otra parte, eso quería decir que empezaba las clases en la universidad y que tendría que aprender a ubicarme por ahí dentro, y que no conocería a nadie para que me guiara, en general, no conocería a nadie, y eso era lo que más me asustaba en ese momento. 




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Espero que os haya gustado el capitulo, casi no lo subo porque voy con prisas y me iba fuera el finde, pero si no lo hacia la gente me mataba así que aquí lo tenéis :)

1 comentario:

  1. Hoy no voy a comentar mucho porque sigo en estado de shock después de ver a los chicos ayer... jahvfjhdb vfdhjsjfhdggt
    El capítulo una vez más genial, espero que subas pronto el siguiente.

    Un beso <3

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